“Yo creo en la música de la misma
manera que otras personas creen en los cuentos de hadas”
“Me gusta imaginar que lo que
escucho vino de mi Madre y de mi Padre”
August Rusch, es la historia de
un niño, qué, confiado en la fuerza de la vida que le viene a través de sus
padres, emprende el camino de búsqueda para encontrarlos después de casi 12
años de permanecer en un orfelinato.
Evan tiene una conexión especial con la música, se deleita con ella de la
misma forma que otra persona se deleita con un cuento de hadas. Él es hijo de dos intensos músicos y su herencia, le
permite reconocer que existe algo más grande y más fuerte que lo mantiene con
vida aún sin conocerlos.
“Tal vez las notas que escucho
son las mismas que escucharon la noche que se conocieron”.
¿Cómo puede saberlo? Lo sabe
porque la información del amor que unió a sus padres permanece intacta en él.
Prueba de ello, es que sin estudiar música, toca varios tipos de instrumentos
como puede observarse en el film.
¿Qué permite que pueda existir el
reencuentro entre el Padre, la Madre y Evan? La mirada del niño que no emite ningún
tipo de juicio respecto a su historia y a la forma en que llegó al mundo.
Efectivamente, el entender que si sus progenitores no lo han localizado, él
tendrá que salir a buscarlos, es una excelente metáfora para poder entender que
lo que nos mantiene unidos a la vida y a su riqueza es nuestra propia búsqueda
amorosa de nuestros orígenes asumiendo todo lo que viene con ella. Evan lo hizo y en el camino se convirtió en un
artista precoz al estilo de Mozart.
Quiero invitarlos a salir en
aventura a reconectar con la fuente de nuestra vida y dejar que en el camino,
sea la vida misma, quien nos convierta en algo diferente o en una mejor versión
de lo que ahora somos.
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