Violines en el cielo o Final de Partida
Nuestra mente inconsciente
puede llevarnos a caminos inexplicables para poder reconducirnos al camino de
la continuidad de la vida. Porque como dice Karl Jung, uno no se ilumina
observando figuras luminosas sino aclarando las partes oscuras de nuestras
historias.
Esto es lo que le sucede al protagonista, sin
trabajo y sin un objetivo definido en su existencia, emprende un camino que
inimaginablemente lo conducirá a la reconciliación con una de las partes
fundamentales de su vida, su creador, es decir su Padre.
Cuantas veces no
tenemos que pasar por carencias y vicisitudes, hasta poder entender que lo que
tenemos que hacer es reconectar nuestros vínculos con la vida, con nuestros
padres. Y no se trata de acceder a las ideas que ellos tienen preconcebidas,
sino a reconocer que nuestra vida viene a través de ellos y que aceptarlos como
son, es un verdadero acto de amor y de armonía. No se trata tampoco de vivir
eternamente en el mismo espacio que ellos y continuar obedeciendo sus
paradigmas, sólo es aceptar como son, como nos trajeron a la vida y continuar
nuestra vida agradeciendo la oportunidad.
En Constelaciones
Familiares podemos reconocer los motivos de partida de nuestros padres y
resignificar los hechos, tener una nueva idea de su actuación para poder
superar la pérdida o la falta de nuestra
en la vida y una vez reconciliados y reconectados continuar el ascenso.
Nuestro protagonista
cumple una doble función, recupera a su padre y permite que otros tomen su
camino de vuelta con la amorosa intención de sus manos, que al igual y cuando
produce música con su chelo, con ellos produce un efecto de armoniosa partida
frente a sus familiares y con una parte del alma de este hombre que si bien en
un principio lo hace sin mucho gusto, en la escena final lo hace de la forma
más intensa y amorosa que pudo dar, seguramente después de este acto de
psicomagia su vida tomará otro rumbo, un rumbo reconciliado.
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